Los grandes proyectos se diferencian por el cuidado de los pequeños detalles en los acabados. Cuando pensamos en detalles pensamos en armonía, en elegancia y en resaltar la belleza natural del espacio que vamos a revestir. Pero el camino de la excelencia en los acabados no se puede recorrer sin la ayuda del barniz poliuretano.
Es un material ideal para cualquier revestimiento decorativo debido a sus elevadas propiedades de dureza, resistencia y fuerte adherencia, lo que le hace aguantar muy bien la fricción, la abrasión y el paso del tiempo. Es decir, conseguiremos un acabado duradero, resistente y de apariencia natural. Pero, ¿qué son los barnices poliuretanos?.
Un barniz de poliuretano bicomponente tiene la característica de tener buenas prestaciones y resistencias químicas. Está formado por un componente A que contiene el poliol y por un componente B que contiene el isocianato. Cuando mezclamos el componente B sobre el A en las proporciones especificadas se genera el polímero de poliuretano. Así que una vez mezclados, sólo hay que aplicar.
El primer paso para lograr una correcta aplicación del barniz poliuretano es preparar el soporte, que tiene que estar limpio y sin la presencia de grasa, polvo o suciedad de cualquier tipo.
Si nos encontramos ante una superficie que tiene un barnizado previo será necesario lijarlo y quitar toda la capa anterior. La eliminación del recubrimiento previo también se puede realizar mediante un decapado, que implica retirar la capa superficial de acabado para poder aplicar una nueva capa de barniz. El decapado se aplica en superficies en las que queremos eliminar por completo el acabado existente.
En el caso de que el soporte esté dañado y necesite una reparación o un sellado de juntas habrá que realizarlo antes de barnizar.
En superficies de madera, antes de la aplicación del barniz, se recomienda sellar el soporte con una laca tapaporos para madera y lijar. En superficies cementosas se aconseja aplicar previamente una imprimación tapaporos para facilitar la unión entre el revestimiento y el barniz sellador.
Si estamos ante una superficie metálica, el primer paso será asegurarnos de que está completamente limpia y comprobar que no queden restos de óxido o suciedad. Si el soporte presenta una pintura en mal estado, lo primero será devastar la superficie mediante lijado o decapado y acto seguido limpiar la superficie. El siguiente paso será aplicar una imprimación para metal y así preparar el soporte donde se va a barnizar.
Para aplicar un barniz poliuretano sobre un revestimiento de microcemento es aconsejable que primero se aplique una imprimación tapaporos como MyCover. Este producto es una resina acrílica base agua que ejerce como puente de unión y garantiza una aplicación de calidad.
La imprimación tapaporos que facilita la unión entre el microcemento y el barniz poliuretano se aplica en dos manos. La segunda capa necesita un tiempo de secado de 4 horas antes de aplicar el poliuretano.
Para trabajar con el barniz poliuretano es necesario que haya una buena ventilación y que la temperatura ambiente oscile entre los 15 y 30°C. Su aplicación admite variedad de herramientas que van desde la pistola hasta la brocha pasando por el rodillo. Con cualquiera de estas tres herramientas se puede cubrir la superficie para garantizar una aplicación completa del material.
En el caso del barniz poliuretano MySealant 2K la aplicación se realiza en dos capas y cada mano necesita un tiempo de secado que puede ir de 12 a 24 horas, en función de las condiciones ambientales del lugar. Los poliuretanos alcanzan todas sus propiedades químicas entre 7 y 14 días después de aplicar la segunda capa.
La durabilidad, elevada resistencia y la dureza que ofrecen los barnices poliuretanos facilitan su mantenimiento. Hay que dejar secar al menos una semana el poliuretano antes de mojarlo y para la limpieza de la superficie lo más importante es evitar el uso de productos agresivos como el salfumán o la lejía.
También hay que evitar el uso de productos detergentes y cubrir la superficie antes de dos semanas, ya que pueden aparecer manchas o se puede blanquear el revestimiento. Limpiar la superficie barnizada con un paño húmedo y jabón neutro es la mejor receta para garantizar un cuidado óptimo.
Y para evitar que se raye es básico limpiar a diario y así eliminar el polvo y la arenilla que se puede quedar en la superficie debido a la actividad diaria. Un buen recurso es pasar una vez por semana la mopa ligeramente humedecida para quitar cualquier resto de polvo.
La limpieza de la superficie con productos específicos, siempre respetando la cantidad que aconseje el fabricante, es una apuesta segura. Los limpiadores con una elevada capacidad desincrustante tienen que ofrecer la garantía de que van a renovar la capa protectora y generar una sobreprotección extra sin afectar al barnizado.
Y en caso de que se produzcan manchas, hay una máxima a seguir: cuánto más rápido se actúa, más fácil es eliminarlas. En cualquier caso hay que evitar el uso de estropajos, puesto que pueden causar rayaduras, y seguir una máxima muy conocida: más vale prevenir que curar. Cuanto mayor cuidado tengamos para que no entre suciedad, tendremos un barnizado en mejor estado.